lunes, 29 de marzo de 2010

"Sellada Santa"

Hoy inicio mi colaboración con el Día de Cuenca. Durante toda la Semana Santa me irán publicando diariamente un poema visual o collage. Este es el de hoy. Espero que os guste.

Semana Santa de Cuenca: reflexiones


En cierta ocasión le encargué a Cuenca un capuz nuevo, cansado del de siempre, de sus voces anquilosadas, de sus prejuicios y estereotipos, una tela nueva que cubriese sus defectos y los míos y que no empapase la lluvia siempre frustrante de tantos años similares… ¿por qué cambiamos tanto? ¿por qué exigimos eterna fidelidad a quien gratuitamente regala su tiempo? ¿Por qué a la coherencia de ideales la llamamos tan a menudo traición? …

Reflexiones bajo el capuz… pensamientos bajo el banzo…se tienen, se lo aseguro… antes de que la rodilla se me quebrara por segunda vez yo era bancero reflexivo y silencioso…

Les decía que hubo una vez, que mirando al sastre de los deseos comunes, encargué un capuz nuevo para Cuenca. Debía tener un corte recto, de intimismo, el dobladillo cosido con hilo de recogimiento. Escudo, el que procediera: los imperdibles sirven para sujetar o liberar amores o desamores sobre el pecho.

La dimensión del paño, que diera para cubrir cualquier anonimato ajado. La medida de los ojos… Goñi la dibujó: Asombrada luna, vidriera llena, lámpara de aceite iluminando el camino por el que pestañean, silenciosos, sus flecos penitentes…

Pero el sastre, o la modista, debían atender a miles de peticiones…y no podemos tener una Semana Santa a la medida de cada uno. Existe tal cual es y tal cual la hacemos entre todos. Y evoluciona, como la vida misma, como el lenguaje, con cambios necesarios o giros más o menos coloquiales… Cada uno que se sirva de lo que hay, porque para todos existe variedad de momentos, no es una sola la esencia, cada bancero, cada nazareno puede meditar o no durante sus horas en procesión. Un único objetivo común nos basta para que el orgullo de esta ciudad salga cada año a la calle: el interés, la ilusión de todos por la propia existencia de esta celebración…y eso basta.

Ahora que lo pienso… quizás yo le pedía al imaginario sastre un capuz para la Cuenca cotidiana, la del resto del año… la que necesita el mismo empuje día a día, en su particular y dura procesión hacia el progreso….

jueves, 25 de marzo de 2010

Reflexiones sobre la Semana Santa

Hace años que vengo observándome a mí mismo… y no digo físicamente, porque entonces les llenaría los oídos con lamentaciones sobre las amplias avenidas que surcan mi cabeza por tantos lugares por los que hace poco había pelo… No es eso, sino la forma en la que he vivido la Semana Santa y cómo las circunstancias también van cambiando las visiones, las costumbres y los compromisos… Las amistades que van y vienen, las responsabilidades en una hermandad, las propias convicciones íntimas de cada uno forjan el espíritu y la propia vida, pero de todo se aprende, sobre todo si no se olvidan los paisajes del camino. Yo llegué a estar saturado, desengañado, desilusionado… había vivido en primera persona la cara más agria de la Semana Santa, la interna, burocrática, organizativa, tan necesaria como dura a veces, tan cotidiana y absorbente como reconfortante para aquel que hubiera o hubiese tenido vocación de político frustrado… me alejé de aquello… me costó perder amigos, antes y después, quizás por culpa mía, por saberlos mantener… pero he recuperado la ilusión primaria, la de la contemplación externa… la de la Tulipa “enguantada” a la que nadie reconoce… y la ilusión de enseñarle a mi hija todo esto… de explicarle lo mejor posible qué es, porqué y para qué…
Pero bueno, tampoco quería entretenerme mucho en esto… yo les iba a comentar que desde que vivo en mi piso nuevo experimento la penitencia de la Pasión, la virtud de la paciencia, y mucho más gracias a mis vecinos de arriba, que durante el resto del año, recrean vivas y contundentes metáforas procesionales para que los que vivimos bajo su suelo, nos ganemos o intentemos ganar, por lo menos un boleto de la rifa en la tómbola del cielo. Veamos:
Las horquillas empiezan a golpear fieramente sobre el empedrado… diríase que esos banceros luchan contra la cuesta más empinada que Cuenca inventara… la voz del capataz reclama algo con incomprensible interjección: ¡6 pitos! Jajajajaja… no, no puede ser, son las dos de la madrugada… no están jugando al cubilete sobre mi cabeza… estoy soñando… ¿para qué seguir? Penitencias vecinales tenemos todos… algún día les contaré cuando cantan lo del novio de la muerte… entonces el Tercio entero de la Legión procesiona sobre mi salón…
Son males menores… pero se queda uno mejor si se lo cuenta a alguien. Gracias.

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes

Cada vez que la melancolía espesa mi mirada, cada vez que la tristeza me acaricia la nuca provocando escalofríos de ausencia, busco la compañía de mi ribera, necesito conversar con las lágrimas de los sauces y oír la voz del cauce que no cesa. Y hoy es uno de esos días. Cae algo de nieve, el viento es desagradable, gélido… hoy el tiempo acompaña y se enluta, rebelde ante la pérdida inevitable. Acompaño los pasos de Daniel el Mochuelo, un abrazo silencioso, un solo gesto y un Camino de recuerdos… él sigue tan joven como cuando le conocí; yo he madurado deseando haber sido alguna vez un “mochuelo” más. Se nos unen al paseo de recuerdos el Cazador, que luego fue Emigrante y más tarde Jubilado, aparecen Mario, el Señor Cayo, Germán el Tiñoso y Roque, que no pierden ocasión de lanzar alguna pedrada a “Mis amigas las Truchas”. Todos conversamos, aportamos húmeda sal al suelo blando, y al fin sonreímos, porque así lo quiere él…

En la tierra, los viciados galardones le vetaron a veces prefiriendo a los mediocres; Ahora, justamente entre los justos, estará Delibes recibiendo el Nóbel del Parnaso.


Hasta siempre, Maestro.


Una de mis piezas favoritas en su memoria:

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